El problema de fondo es asumir que el único modo de que haya ropa barata es que ésta se produzca en condiciones indignas. Bastaría, en principio, con no comprar ropa proveniente de países donde sabemos que las condiciones de trabajo son inhumanas, más propias del siglo XIX que del XXI. En una economía de mercado todo es relativo, y la última palabra la tiene siempre el consumidor, por más que su comportamiento esté condicionado por el bombardeo de la publicidad, camiseta nba las posibilidades que dan los sistemas de crédito o la caducidad programada de los bienes que adquiere.